8 DE MARZO DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Por Melina Velazquez y Ayelén Farfán

Las mujeres socialistas crean el Día de la Mujer

Desde 1901, en los EUA, inmediatamente después de la creación del Partido Socialista, surge la Unión Socialista de las Mujeres con la finalidad de reivindicar el derecho del voto femenino. Entre los años 1900 y 1908, siempre en Estados Unidos, nacen varios clubes de mujeres, unos íntimamente conectados al Partido Socialista, otros más autónomos, anarquistas o no. Todos exigían el derecho de voto para las mujeres.
En 1908, la Federación de los Clubes de Mujeres Socialistas de Chicago toma la iniciativa, autónoma, no conectada oficialmente al Partido Socialista, de llamar para un Día de la Mujer, en un teatro de la ciudad. Era el domingo, 3 de mayo. Los debates del día tenían dos puntos del orden del día: 1. La educación de la clase trabajadora. 2. La mujer y el Partido Socialista.
En esa conferencia, el ponente Ben Hanford repitió una de las ideas clave de Engels en su El Origen de la Familia de la Propiedad y del Estado. En las palabras del orador, de acuerdo con Engels, “Las más explotadas son las madres de nuestro pueblo. Ellas están de manos y pies amarrados por la dependencia económica. Son forzadas a venderse en el mercado de la boda, como sus hermanas prostitutas en el mercado público.”
Pero no fue ese encuentro independiente, en el teatro The Garrick, de Chicago, el que fuera reconocido por el Partido Socialista como comienzo de la conmemoración del Día de la Mujer. La iniciativa de ese día había nacido fuera de la estructura oficial del Partido.

El primer día de la Mujer, nacional, asumido por el Partido, fue al año siguiente, en Nueva York, en 28 de febrero de 1909. En otras ciudades del País, como Chicago, el día fue celebrado en otras fechas.
El objetivo de ese día, convocado por el Comité Nacional de la Mujer del Partido Socialista americano, “era obtener el derecho de voto y abolir la esclavitud sexual.” El panfleto de convocatoria decía: “La realización de la revolución de las mujeres es un de los medios más eficaces para la revolución de toda la sociedad.”
Desde el comienzo del siglo, en los EUA había un importante movimiento por el voto femenino fuera de la órbita de los socialistas. La mayoría de las mujeres del Partido consideraban ese movimiento como un movimiento de mujeres blancas y de clase media.
Dentro del Partido Socialista había un constante ir y venir sobre ese tema. Por su lado, las mujeres anarquistas no veían ningún sentido en la lucha por el voto, ni de las mujeres y ni de los hombres. El medio para construir una nueva sociedad y la igualdad entre hombres y mujeres, en la visión anarquista, no sería ciertamente el voto, y sí la acción directa revolucionaria. La principal portavoz de esta visión era la revolucionaria anarquista Emma Goldman.
El ambiente americano favorecía esta reivindicación del derecho de voto. Hasta el año 1909 solamente en cuatro estados era reconocido el derecho al voto femenino. La extensión del voto para toda mujer americana sólo vendría en 1920.
En Europa, el movimiento de las mujeres socialistas, liderado por Clara Zetkin, también estaba lleno de zigzag.
Desde el principio, dentro de la Internacional se llevaba una guerra sistemática contra la lucha por el derecho de voto femenino, vista como una forma de desviar las fuerzas revolucionarias de las mujeres y considerado como una reivindicación burguesa. Así eran tachadas las sufragistas, tanto de Europa como de América por los socialistas.
Esa visión europea será adoptada por el Partido Socialista americano, en medio de grandes debates y con voces discordantes. Al fuego del calor y de las contradicciones de ese debate, en la 1ª Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas, en 1907, en Stuttgart, 58 delegadas de 14 países elaboraron una proposición que comprometía a varios Partidos Socialistas a entrar en la lucha por el voto femenino. La resolución fue elaborada, en la víspera, en la casa de Clara Zetkin, por ella y dos camaradas, sus huéspedes: Rosa Luxemburgo y la única rusa de la Conferencia, Alexandra Kollontai.
Es en ese clima de embates que, en 1910, el Partido Socialista americano organiza, por segunda vez, el Día de la Mujer en el último domingo de febrero, en Nueva York. El objetivo del día es declarado sin rodeos en la invitación: “Enrolar a las mujeres en el ejército de los camaradas de la revolución social.”
Esta conmemoración, de 1910 estuvo marcada por una gran participación de obreras. Eran las modistas de la ciudad que habían terminado una larga huelga por el derecho a tener su sindicato reconocido. La huelga duró desde el 22 de noviembre de 1909 hasta 15 de febrero de 1910, casi en la víspera del Día de la Mujer. Fue una huelga larga, dura, con fuertes piquetes reprimidos con violencia por la policía, que detuvo a más de 600 personas. Concluida la huelga las modistas participaron activamente de la preparación y de la realización del Día de la Mujer convocado por el Partido Socialista.
Dos meses después, en mayo, en el congreso del partido, realizado en Chicago, se deliberó que el partido americano enviaría delegados al Congreso de la Internacional, a celebrar en agosto con la tarea, entre otras, de proponer al plenario que el Día de la Mujer fuera asumido por la Internacional. Ese día debería hacerse el Día Internacional de la Mujer y ser celebrado por los socialistas, en el último domingo de febrero de cada año.
En agosto de ese año, antes del Congreso de la Internacional, se realizó en Copenhague, en Dinamarca, la 2 ª Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas. Fue entonces que las delegadas americanas llevaron la propuesta aprobada en el Congreso de su partido. Así, aceptando la propuesta de las delegadas de Estados Unidos, Clara Zetkin y otras camaradas proponen la realización anual del Día Internacional de la Mujer.
El día quedó indefinido. Quedó a cargo de cada país escoger la fecha mejor para conmemorar este día. La resolución aprobada será publicada inmediatamente después, en el periódico dirigido por Clara, La Igualdad, el 29 de agosto.
“Las mujeres socialistas de todas las naciones organizarán un Día de las Mujeres específico, cuyo primero objetivo será promover el derecho de voto de las mujeres. Es preciso discutir esta propuesta, conectándola a la cuestión más amplia de las mujeres, en una perspectiva socialista.” La otra propuesta, de conmemorar el Día de la Mujer junto con la fecha ya clásica de la lucha obrera, el 1º de Mayo, defendida por Clara y varias otras delegadas, fue derrotada. El día de la Mujer debería ser conmemorado en un día propio, específico.

Un día olvidado y después reinventado
En la Rusia comunista, después de la victoria de la Revolución de Octubre, en los primeros años del nuevo régimen, el día 8 de Marzo era conmemorado cada año como el Día Internacional de la Mujer Comunista.
Este día, poco a poco, perdió su interés y el adjetivo comunista fue cayendo a medida que el ímpetu revolucionario de la Unión Soviética comenzó a languidecer.
En los últimos años de la década de 20 y, sobre todo, los años 30, el Día Internacional de la Mujer, sea comunista o socialista, se perderá en la tormenta que se abatió sobre el mundo. El ascenso del nazismo en Alemania, el triunfo del stalinismo en la URSS y el declive de la socialdemocracia en Europa y el vendaval de la 2ª Guerra Mundial entierran las manifestaciones del Día de las Mujeres.
Fuera de los países comunistas, en el Occidente, la humanidad sólo volverá a hablar del Día de la Mujer, a finales de los años 60. En ese lapso de tiempo, el marco del 8 de Marzo, fecha de la huelga de las obreras de Petrogrado de 1917, fue olvidado.
La fecha de la victoria de las revolucionarias rebeldes rusas que impuso la derrota del absolutismo del zar y desató la Revolución Rusa, no interesaba a los comunistas del mundo entero. Estos, casi todos, vivían anestesiados por los encantos o por el terror stalinista.
Hacer retornar el recuerdo de aquel 8 de Marzo de las obreras revolucionarias de Petrogrado tampoco interesaba a la Socialdemocracia, rejuvenecida después de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial y en conflicto abierto con el comunismo de los países del bloque soviético.
Una fecha muy rica que no necesita de mitos
Derrumbar el mito del origen de la fecha 8 de Marzo no implica desvalorizar el significado histórico que este adquirió.
Muy al contrario. Significa retomar la verdad de los hechos que son suficientemente ricos de significado y que cargan toda la lucha de la mujer en el camino de su liberación. Significa enriquecer la conmemoración de ese día retomando su sentido original.
Significa volver a los orígenes del ideal socialista de la mayoría de las mujeres que luchaban por un mundo nuevo sin explotación y opresión del hombre por el hombre y específicamente de la mujer por el hombre.
Un día que quiere retomar la conmemoración y la lucha de un 8 de Marzo sin miedos. Avanzar sin miedos y sin vergüenza por las derrotas sufridas por las revoluciones perdidas el siglo XX, rumbo a la conquista de la liberación total de las mujeres.
Significa integrar todos los nuevos e importantísimos aspectos de la lucha de la liberación de la mujer, descubiertos con la evolución histórica de la humanidad del siglo XX, con sus raíces socialistas.
Integrar en la clásica lucha libertaria, socialista y comunista del comienzo del siglo XX, las contribuciones de diferentes líneas de pensamiento y países que van de Wilhem Reich a Simone de Beauvoir, de Herbert Marcuse a Samora Machel, de Betty Friedann a Rose Marie Muraro. Integrar toda la lucha del feminismo para construir una sociedad donde la mujer sea reconocida como gente.
Integrar estas elaboraciones teóricas con las luchas y las experiencias de vida de miles de activistas, militantes y organizadoras de la lucha de las mujeres en el mundo entero: desde las guerrilleras latino-americanas, a las mujeres vietnamitas, a las trabajadoras de las fábricas a las plantadoras de arroz de la India, a las Madres de los desaparecidos argentinos a las luchadoras por la reforma agraria del MST.
Una larga lucha sin miedo a la felicidad, sin miedo del placer. Sin miedo de luchar por una revolución, que deberá ser social, sexual, y profundamente cultural. Sin miedo de levantar las banderas rojas de la lucha por la liberación de la humanidad. La liberación de hombres y mujeres.
¿Por qué el color lila?
A partir de 1980 todo el mundo contará esta historia creyendo que es verdadera. Aparecerá hasta un paño de memoria lila, el que las mujeres estarían tejiendo antes de la huelga. De aquella huelga que no existió. La mitología nace así. Cada narrador añade un poquito. “Quien cuenta un cuento aumenta un punto”, dice nuestro refrán.
¿Por qué no rojo? Porque rojas eran las banderas de las mujeres de la Internacional. Rojas eran las banderas de Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai, delegadas de sus partidos a la 1ª Conferencia de las Mujeres Socialistas, en 1907; y de la 2ª, en Dinamarca, en 1910. En esta última se decidió que las delegadas, en sus países, deberían conmemorar el Día de la Mujer Socialista.
El color lila en la lucha de las mujeres tiene un origen gracioso. La feminista Sylvia Pankrust nos cuenta que este color fue adoptado por las sufragistas inglesas en 1908, junto con otros dos colores, como símbolo de su lucha. Estas luchadoras por el derecho de voto escogieron el lila, el verde y el blanco. El lila se inspiraba en el color de la nobleza inglesa, el blanco simbolizaba la pureza de la lucha femenina y el verde la esperanza de la victoria.
Históricamente, el feminismo de los años 60 retomará este color. El rojo estaba muy relacionado con los Partidos Comunistas del Bloque Soviético que, en verdad ya tenían muy poco de socialismo, o de comunismo. Además de eso, históricamente, varios de estos partidos poco apoyo habían dato a las luchas específicas de las mujeres.
La expresión "Liberación de la Mujer" no era propia de estos partidos. En ellos, la lucha de la mujer era vista casi sólo con el objetivo de integrarla a la lucha de clases. La lucha feminista, para muchos comunistas, sólo entorpecía la lucha general del proletariado. Quitaba fuerzas a la lucha principal.
Fue en ese clima en el que, en las décadas de 60 y 70 del siglo pasado, la lucha feminista fue retomada, en un proceso de auto-organización de las mujeres. En el movimiento feminista había una fuerte crítica a la práctica de la mayoría de los partidos y sindicatos. Muchos movimientos se organizaron de forma autónoma, luchando para garantizar su independencia.
Así, varias feministas adoptaron el color lila como una nueva síntesis entre los colores azul y rosa. El rojo de las banderas de las mujeres de la Internacional fue olvidado. En la década de 70 las mujeres socialistas reafirmaban el origen socialista del 8 de Marzo, al mismo tiempo en que varias de ellas asumían el color lila como color específico de la lucha feminista.  


los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural en los nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional”

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