Hombre,
¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta; por lo menos no le
privarás ese derecho. Dime, ¿qué te da imperio soberano para oprimir a mi
sexo?. ¿Tu fuerza?. ¿Tus talentos?. Observa al Creador en su sabiduría, observa
en toda su grandiosidad esa naturaleza con la cual parece que quieres estar en
armonía, y dame, si te atreves, un ejemplo de su imperio tiránico.
Dirígete
a los animales, consulta los elementos, estudia las plantas, finalmente echa un
vistazo a todas las modificaciones de la materia orgánica, y ríndete a la
evidencia cuando yo te ofrezca los medios; busca, prueba, y distingue, si tú
puedes, los sexos en la administración de la naturaleza. Allí donde mires los encontrarás
mezclados, en todas partes cooperan en armoniosa unión en esta obra maestra
inmortal.
El
hombre ha levantado sólo sus circunstancias excepcionales desde un principio.
Extraño, ciego, hinchado con la ciencia y degenerado -en un siglo de
ilustración y sabiduría- en la ignorancia más crasa, él quiere ordenar como un
déspota a un sexo que está en la plena posesión de sus facultades
intelectuales; él finge para gozar la Revolución y reclamar sus derechos a la
igualdad sin decir nada más acerca de ello…
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